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Mother Pelican
A Journal of Solidarity and Sustainability

Vol. 14, No. 6, June 2018
Luis T. Gutiérrez, Editor
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Tercer Aniversario de la Encíclica Laudato Si'

Luis T. Gutiérrez

Junio 2018


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"Lo que está ocurriendo nos pone ante la urgencia de avanzar en una valiente revolución cultural." Papa Francisco, Laudato Si' #114


La encíclica Laudato Si' fue publicado por el Papa Francisco en junio del año 2015. Esta es una reflexión personal sobre la sabia enseñanza que ofrece la encíclica, algunas de las reacciones más significativas durante los últimos tres años, y las perspectivas para el cuidado de nuestro "hogar común" en años venideros.

Breve Reseña de la Encíclica

Laudato Si' es, sin duda alguna, la más bella y comprensiva exposición que se ha escrito sobre la crisis ecológica que enfrenta la humanidad. Bella, porque representa a toda la comunidad de la creación como un don del amor divino. Comprensiva, porque cubre la crisis ecológica con respecto a todas las dimensiones de la vida. Por lo tanto, captura la totalidad concreta de la crisis ecológica como algo que pone en peligro tanto el don del amor como el don de la vida, y comunica la obligación moral de resistir la propensión a "seguir actuando como de costumbre".

Los párrafos introductorios indican la gravedad de la situación, la futilidad de tratar de ignorar que la crisis es real y las implicaciones éticas basadas en la revelación bíblica y la doctrina social católica. Después de la introducción, la encíclica está estructurada en seis capítulos que se pueden resumir de la siguiente manera:

  1. Lo que está sucediendo con nuestro hogar común ~ disrupción física, intoxicación química, degradación biológica, agotamiento de recursos, inequidades sociales, manipulaciones de la ecología planetaria que pueden estar afectando la variabilidad natural del clima.
  2. El evangelio de la Creación ~ el misterio de la creación en la tradición bíblica, la comunidad de la creación a la luz de la fe cristiana, los recursos naturales y el bien común, la comunión universal de los seres humanos y su medio ambiente.
  3. Las raíces humanas de la crisis ecológica ~ falsas ilusiones del paradigma tecnocrático, antropocentrismo dominante exacerbado por el poder de los combustibles fósiles, la globalización de la cultura relativista de acumulación de riquezas materiales, la necesidad de una "revolución cultural audaz".
  4. Ecología integral ~ la humanidad como parte integral del mundo natural, ecología de la vida cotidiana, ecología cultural, integración de las dimensiones socioeconómica y ecológica, principio del bien común, justicia intergeneracional.
  5. Pautas de enfoque y acción ~ necesidad de un diálogo sobre cuestiones ecológicas a nivel local, nacional e internacional, necesidad de transparencia en los gobiernos, necesidad de alguna forma de autoridad mundial, principio de subsidiariedad, desarrollo humano integral.
  6. Educación ecológica y espiritualidad ~ nuevos estilos de vida, educación para la armonía entre la humanidad y su medio ambiente, conversión ecológica, signos sacramentales, modelo trinitario de comunión interpersonal, la Virgen María reina de la creación, el misterio del universo.

La encíclica describe la complejidad de los problemas ecológicos y el imperativo moral de enfrentarlos, pero se abstiene de formular cursos de acción específicos. Esto es precisamente lo que la hace tan persuasiva: no es una enseñanza condescendiente que presume ofrecer prescripciones simplistas de qué hacer o qué no hacer. Al contrario, está dirigida a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, invitándoles a un diálogo constructivo sobre lo que se puede hacer sensatamente a todos los niveles (local, nacional, internacional) para fomentar el desarrollo humano integral y una renovación integral del toda la comunidad de la creación. El término "integral" es clave. Significa que se deben considerar todas las dimensiones de las realidades humanas y no humanas, porque no hay nada que no esté relacionado con el cuidado de nuestro hogar común.

Amplia Variedad de Reacciones

Las reacciones a la encíclica han oscilado entre las que son extremadamente positivas y las que son extremadamente negativas, desde una entusiasta admiración hasta un rechazo visceral, en su mayoría dependiendo de las predisposiciones ideológicas de los diversos interesados. Entre los fieles católicos, y en las instituciones católicas de todo el mundo, la recepción ha sido generalmente positiva, si bien no llegando a manifestaciones masivas de "conversión ecológica".

La mayoría de las personas que pueden disfrutar de la conveniencia de tener electricidad y usar energía fósil relativamente barata no están dispuestas a cambiar su estilo de vida por la causa de preservar bellezas naturales. La adicción al consumismo es difícil de superar, y los fenómenos simultáneos de globalización y telecomunicaciones están reforzando el desenfrenado crecimiento de la producción y el consumo aun cuando la disrupción física, la intoxicación química y la destrucción de la biodiversidad impacten cada vez más la ecología planetaria, incluyendo efectos adversos innegables sobre la salud humana. De más está decir que el sufrimiento humano no se distribuye equitativamente, con los pobres siendo quienes más sufren todas las formas de degradación ecológica, incluyendo el cambio climático.

Es desafortunado que a menudo se refieran a Laudato Si' como la "encíclica sobre el clima." El hecho de que los factores antropogénicos estén exacerbando significativamente el cambio climático es una hipótesis que suena razonable pero que es imposible de probar o desmentir experimentalmente. El cambio climático natural es real e innegable, pero el cambio climático antropogénico es conjetural y convenientemente negable. La enseñanza moral de la encíclica, sin embargo, no cambiaría ni un ápice si el clima fuera invariable, o si resultara que el clima continúa cambiando dentro de sus límites naturales de variabilidad.

Es verdad que la encíclica menciona el cambio climático varias veces, y parece sugerir que la actividad humana es un factor significativo, pero el núcleo del mensaje moral es que tenemos que cuidar del planeta como nuestro hogar común y de una manera que sea social y ecológicamente justa para todas las personas, especialmente los pobres. A estos efectos, la encíclica ha engendrado muchas iniciativas católicas importantes en todo el mundo, como por ejemplo el Movimiento Católico Mundial por el Clima y la Red Eclesial Pan-Amazónica.

Tercer Aniversario de la Encíclica

Al llegar al tercer aniversario de esta encíclica del Papa Francisco, la tasa de cambio en todas las dimensiones de la civilización humana parece estar acelerándose cada vez más y está afectando más profundamente toda la estructura de las relaciones humanas y la ecología planetaria. Ya no es solo una cuestión de cambios superficiales manejados por políticos que practican "el arte de lo posible" mientras se ocupan de cuestiones de globalización económica, migración masiva y la pausa frenética de las redes sociales. Los problemas locales, nacionales e incluso regionales ya no se pueden separar de los problemas de la ecología política global.

Cada día es más evidente que los desequilibrios demográficos y la degradación ecológica inducida por el consumo humano pueden distinguirse pero no pueden separarse. Todos los seres humanos, en todas partes, ricos y pobres, corren ahora el riesgo de beber agua embotellada que contiene microplásticos. El crecimiento demográfico se está convirtiendo en el determinante principal de todos los impactos ecológicos; aunque toda la población mundial adoptara un estilo de vida a nivel de mera subsistencia, una población que siga creciendo perpetuamente en un planeta finito es una imposibilidad biofísica.

Dado que un sistema ético no puede estar basado en una imposibilidad biofísica, tal parece que Laudato Si' puede haber exagerado el problema del consumo y subestimado el problema demográfico. Los límites de crecimiento pueden ser operativos en múltiples dimensiones. Sin duda, la energía y otros recursos naturales eventualmente se volverían limitantes. Pero aún si los avances tecnológicos permitieran extraer cada vez más recursos biofísicos del planeta, la escasez de elementos esenciales y las desigualdades sociales se traducirían en límites sociales de crecimiento que potencialmente incluyen violencia y guerras, e incluso genocidio.

A fin de cuentas, la conclusión es que la civilización humana no puede sostenerse en un espléndido aislamiento de toda la comunidad de la creación. Podemos estar en el umbral de una crisis ecológica de proporciones bíblicas, la cual requerirá un salto cualitativo en la evolución humana que está juiciosamente previsto en la encíclica: "Lo que está ocurriendo nos pone ante la urgencia de avanzar en una valiente revolución cultural." (LS 114)

¿Qué Clase de Revolución Cultural?

A principios del año 2015, en el avión en que regresaba de Manila, el Papa Francisco había mencionado la necesidad urgente de practicar una paternidad responsable y casualmente añadió que los católicos "no tienen qie reproducirse como conejos". Más tarde ese mismo año, en un contexto más formal, compartió la opinión de que "no estamos viviendo una era de cambio sino un cambio de era."

¿Cuál es la "era" que está a punto de terminar? LS 118 puede insinuar de lo que se trata:

"Esta situación nos lleva a una constante esquizofrenia, que va de la exaltación tecnocrática que no reconoce a los demás seres un valor propio, hasta la reacción de negar todo valor peculiar al ser humano. Pero no se puede prescindir de la humanidad. No habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano. No hay ecología sin una adecuada antropología. Cuando la persona humana es considerada sólo un ser más entre otros, que procede de los juegos del azar o de un determinismo físico, se corre el riesgo de que disminuya en las personas la conciencia de la responsabilidad. Un antropocentrismo desviado no necesariamente debe dar paso a un biocentrismo, porque eso implicaría incorporar un nuevo desajuste que no sólo no resolverá los problemas sino que añadirá otros. No puede exigirse al ser humano un compromiso con respecto al mundo si no se reconocen y valoran al mismo tiempo sus capacidades peculiares de conocimiento, voluntad, libertad y responsabilidad."

La formulación de una nueva síntesis del capitalismo y el socialismo para mejorar la justicia social/ecológica es necesaria, pero no suficiente. La experiencia, en Cuba y en otros países, confirma que el socialismo no es más que un capitalismo a la inversa, y ninguna nueva mezcla de sistemas materialistas podría resolver la problemática ecológica mientras que en la cultura global prevalezcan las falsas ilusiones de dominación humana sobre la naturaleza.

Tales "delirios de grandeza" (LS 114) han sido reforzados históricamente por una interpretación convenientemente parcializada de Génesis 1:28 y una indiferencia igualmente conveniente con respecto a Génesis 2:15. En realidad, la problemática ecológica se remonta a la tragedia prehistórica del pecado original y su consecuencia principal y más universal, expresada de manera sucinta en Génesis 3:16; pues la relación hombre-naturaleza es un espejo de la relación hombre-mujer.

Por lo tanto, todo parece indicar que trascender la patriarquía, esa cultura de hegemonía masculina que surgió después del pecado original, es también una condición necesaria para navegar la crisis ecológica. De lo contrario, es difícil imaginar cómo podamos evolucionar de un antropocentrismo radical hacia un ecocentrismo razonable, y mucho menos cómo Homo sapiens pueda evolucionar para pasar de ser Homo economicus a ser Homo ecologicus. Los principios de solidaridad, sostenibilidad y subsidiariedad, tal como se proponen en la doctrina social católica, apuntan en la dirección correcta; pero es hora de reconocer que la patriarquía religiosa es un obstáculo para el desarrollo humano integral y para una ecología integral mediante la cual los humanos se comporten como miembros de la comunidad de la creación en vez de ser solo usuarios, y mucho menos explotadores.

Una Antropología Integral para una Ecología Integral

"Todo está conectado." (LS 91, 117). "No habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano. No hay ecología sin una adecuada antropología." (LS 118)

Las relaciones de género le dan forma al mundo. La dimensión de género de la crisis ecológica no se menciona explícitamente en la encíclica, pero está destinada a surgir a medida que fomentamos conscientemente una evolución (¿"revolución"?) cultural hacia una ecología integral. Pues para una ecología integral necesitamos desarrollo humano integral, es decir, el desarrollo de la persona completa en relación con otras personas y con la naturaleza. Esto a su vez requiere una antropología integral que sane las relaciones hombre-mujer de la maldición del sexismo, y allane el camino para sanar las relaciones hombre-naturaleza del sexismo ecológico. Tal curación ha sido hecha posible gracias a la redención, que no se trata solo del alma sino que incluye la redención del cuerpo y la redención de toda la comunidad de la creación. (LS 11, 62, 98, 124, 137ff) La fe cristiana es una fe en Dios hecho carne, no en abstracciones. Laudato Si' deja esto bien claro, y es la mejor guía que tenemos para el discernimiento y la acción a medida que se desenvuelva la crisis ecológica.

El desarrollo humano, sin balance de género, es desbalanceado. Específicamente sobre el problema de crecimiento de la población, la paternidad responsable es la única respuesta. Pero la paternidad responsable es prácticamente imposible mientras que hombres y mujeres se relacionen entre sí como objetos sexuales y no como sujetos personales, y mientras las relaciones de género estén más animadas por la biología que por la comunión interpersonal. Todo esto se reduce a aplicar el primer principio y fundamento ignaciano en el contexto multidimensional de la ecología humana. Todo es negociable pero no el dejar de internalizar que el hombre y la mujer se crean para formar familias que deben convertirse en imágenes de la Familia divina; porque Dios es una Familia, una comunión de personas divinas. Anunciar y ejemplificar esta "buena noticia" es el desafío más espléndido que la crisis ecológica plantea a los cristianos: cómo hacer llegar el evangelio de la creación, junto con el evangelio de la salvación, a 7.5 billones de personas, muchas de las cuales viven en extrema pobreza. Es una misión intimidante, pero si bien la política es el arte de lo posible, nada es imposible con Dios.

*        *        *

En breve, esta reflexión personal sobre Laudato Si' puede resumirse reiterando que lograr una ecología integral depende del desarrollo humano integral, que a su vez depende de una antropología integral que fomente la comunión interpersonal y el cuidado de nuestro hogar común. La encíclica trata de ser exhaustiva y abarca muchos temas, porque prácticamente no hay nada que no esté relacionado con la ecología humana, pero este es el mensaje esencial: ya es hora de empezar a trabajar con la naturaleza en vez de explotarla y evadir nuestra responsabilidad. Es un mensaje básico y de sentido común; no existe una solución mágica que salve a la humanidad cuando se destruya el medio ambiente en que vivimos. Un reciente informe del Club de Roma reconoce el peso de la encíclica y reitera el mismo mensaje. Ya hay muchos hombres y mujeres de buena voluntad que están dispuestos a enfrentar la realidad, pero se necesita una masa crítica de "ciudadanos globales" para superar el "seguir actuando como de costumbre." Los lectores que aún no han estudiado la encíclica deben hacerlo y sacar sus propias conclusiones.


SOBRE EL AUTOR

Luis T. Gutiérrez es el editor de Mother Pelican Journal of Solidarity and Sustainability.


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"We are not living an era of change but a change of era."

Pope Francis, 10 November 2015

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